Ajuste por inflación: ¿y ahora cómo seguimos?

El ajuste por inflación de los estados contables es un mal necesario y no una sofisticación deseable. Finalmente,

El ajuste por inflación de los estados contables es un mal necesario y no una sofisticación deseable.

Finalmente, en Argentina hemos llevado a cabo por primera vez en muchos años el ajuste por inflación de los estados contables. Este método de corrección de balances, imprescindible en economías con tasas de inflación anormalmente altas, no es una panacea. Por lo pronto no resuelve el problema de fondo que es la inflación y que tiene causas ajenas al mundo de la contabilidad.

El ajuste por inflación de los estados contables es un método que se aplica in extremis para aproximar los grandes números de un balance a la realidad, pero que no sirve para dar precisión sobre matices o detalles. Esta imprecisión se hace particularmente importante cuando, como en el caso de Argentina, la persistencia de una alta tasa inflacionaria a lo largo de muchos años, buena parte de los cuales además se la ocultó, terminó provocando la virtual destrucción del sistema de precios relativos de la economía.

Debilidades del método

Es incuestionable que la diferencia de patrimonios netos ajustados, al inicio y al cierre del período, es una forma precisa de obtener el resultado del ejercicio. Esto siempre que el índice utilizado sea una medida cabal de la desvalorización de la moneda. Con altas tasas de inflación la dispersión de los precios relativos se hace errática y significativa, lo que debilita el carácter “general” del índice y por ende su capacidad para medir eficientemente la pérdida de valor de la moneda.

Por su parte, el importe ajustado de cada una de las líneas del estado de resultados se obtiene a través de supuestos no completamente verificables, seguramente distintos en cada entidad, siendo, por lo tanto, magnitudes menos confiables. De allí que el importe de los Resultados por exposición al cambio en el poder adquisitivo de la moneda, que absorbe todas estas imprecisiones, resulta invariablemente muy difícil de justificar.

Estos comentarios apuntan a destacar que el ajuste por inflación de los estados contables es un mal necesario y no una sofisticación deseable.

¿Cómo resultó esta primera experiencia de ajuste por inflación después de tantos años?

Mi respuesta no es positiva. Como habíamos anticipado, esta primera aplicación fue sumamente compleja y en vista de lo sucedido podría decirse que sus resultados fueron mediocres. Hay varias circunstancias que permiten tal afirmación, entre la cuales menciono:

  • En general, prácticamente todas las empresas, inclusive las más grandes y representativas, optaron por la simplificación de no presentar información comparativa de los estados de resultados. De esta manera los usuarios no pudieron comparar el desempeño de la entidad entre ejercicios.
  • Las explicaciones contenidas en los balances acerca de la naturaleza del ajuste, su impacto en las cifras de la sociedad, su comparación con las cifras históricas y el análisis de las diferencias, fueron muy pobres.
  • En particular los balances han sido muy parcos a la hora de explicar lo sucedido con los Resultados no asignados al inicio del ejercicio, cifra muy importante por ser el importe susceptible de ser distribuido como dividendo. Esta cifra sufrió el impacto más grande del ajuste por inflación y en general no hubo explicaciones en los balances respecto a su significativa modificación.
  • Un caso que provoca perplejidad es el de las entidades financieras, que probablemente constituyen el sector más sensible del entramado económico del país, y que por disposición del Banco Central no ajustaron sus balances por inflación. Es decir, pequeñas entidades económicas cuya performance no repercute ni interesa a nadie más allá de sus propietarios, han debido ajustar sus balances. No así las entidades financieras.
  • Ilustro las implicancias del hecho con un ejemplo proveniente del balance al 31-12-18 de una entidad financiera. En sus estados contables “no ajustados” informa un patrimonio neto de $ 55.000 millones y una ganancia de $ 14.000 millones. Y en una nota explica que no ajustó el balance, advierte las limitaciones de manejarse con cifras no ajustadas e informa que el Patrimonio neto ajustado sería de $ 63.000 millones y los resultados del ejercicio, una pérdida de $ 455 millones. El balance no informa cuanto sería el Resultado no asignado ajustado, el que bien podría ser una pérdida.
  • Siguiendo con el ejemplo, la misma entidad por cotizar sus títulos valores en EE. UU. y estar, por lo tanto, sujeta a las normas de la SEC., presenta allí otro balance distinto al local, en este caso de acuerdo con las NIIF y sí ajustado por inflación según la NIC 29. Por supuesto las cifras son completamente distintas.

En el futuro próximo deberemos seguir ajustando por inflación

Me parece percibir en el ambiente la idea de que este ajuste fue un hecho aislado y pasajero. Pareciera que no se ha tomado conciencia de que deberemos lidiar con él durante varios años. Una reciente publicación de la International Practices Task Force (IPTF), Document for Discussion, Monitoring Inflation in Certain Countries, May 21, 2019, del Center for Audit Quality, incluye a Argentina en la categoría de países con inflación acumulada trienal superior al 100%. Y en base a las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la IPTF proyecta que esta situación se mantendrá durante el resto de 2019 y 2020. Las previsiones del FMI utilizadas por el IPTF, ya han sido superadas por estimaciones más recientes en base a las cuales podría conjeturarse que el límite trienal del 100% persistirá durante 2021 y 2022. Es decir que tenemos un horizonte de al menos cuatro años más de ajuste.

Por lo tanto, mejoremos la aplicación práctica del ajuste por inflación 

Dado el panorama descripto, caracterizado por una gran confusión y ante la evidencia que el ajuste por inflación convivirá con nosotros varios años más, debiéramos proponernos mejorar su aplicación a través de un cambio de actitud que incluya:

  • Las empresas deberían asumir que toda la información ha de ser preparada en moneda homogénea. Por supuesto esto incluye los balances intermedios y toda otra información gerencial elaborada durante el trascurso del ejercicio. Hay que homogeneizar la información.
  • En muchas empresas que reportan a casas matrices en EE. UU., se están usando como información gerencial interna, durante el año, cifras obtenidas en dólares por aplicación de las normas contables americanas. Pero el balance anual, en base al cual se votarán los dividendos, va a arrojar importes completamente distintos.
  • Los Directorios de las sociedades, responsables del proceso de reporting, deberían proponerse mejorar la información de los estados contables.
  • Todos los organismos de control debieran también concientizarse al respecto. Especialmente el Banco Central de la República Argentina que debería disponer de inmediato que todas las entidades financieras corrijan sus estados financieros para reflejar el impacto de la inflación.
  • Los organismos profesionales harían bien en propiciar discusiones técnicas a fin de poder emitir opiniones y recomendaciones públicas sobre los temas aquí tratados, que apunten a uniformar, ordenar y clarificar el panorama general. En cambio, recientemente la Junta de Gobierno de la FACPCE ha modificado las normas de aplicación del ajuste por inflación con una nueva batería de “dispensas”, lo que va en el sentido contrario.
  • Y, a nivel de las normas internacionales, como ya expresamos en un post anterior, “la experiencia argentina debería ser estudiada para modificar las pautas de reconocimiento de hiperinflación de la NIC 29. El parámetro de inflación trienal de 100% no es un buen indicador. El mismo implica una inflación promedio anual del 26% en el trienio. Y vemos que, si bien con una inflación anual del 16% no se superaría nunca esa cota en tres años, su mantenimiento en el tiempo produce efectos deletéreos sobre la información contable”.

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