Balances e inflación. ¿Qué deberían hacer los auditores externos?

En entradas anteriores nos hemos referido a distintos tipos de desafíos que presentarán, para las empresas en general

En entradas anteriores nos hemos referido a distintos tipos de desafíos que presentarán, para las empresas en general y para los directores en particular, los balances ajustados por inflación que cierren el próximo 31 de diciembre. En esta oportunidad analizaremos la cuestión desde la perspectiva de los auditores externos.

Sin perjuicio que, por razones de independencia, los auditores externos quizá no se involucren directamente en el proceso de elaboración del balance ajustado, no cabe duda de que ellos serán la palabra autorizada para definir criterios y dar por buenos procedimientos que requieran interpretación y juicio profesional. En este caso, además, debido a la complejidad del primer balance ajustado en muchos años, también serán una referencia esencial respecto a la forma de leer y entender los números que finalmente arrojen los estados contables.

Por ello, sería muy positivo para todo el proceso que, dentro de su plan de trabajo, los auditores prevean la realización de procedimientos específicos para encontrar justificación y explicación a ciertas cifras críticas e información complementaria conexa. Esto por un lado hará más robusta su revisión y por otro les proveerá los fundamentos para poder cumplir acabadamente con las normas de auditoria en relación con la comunicación con los responsables del gobierno de la entidad auditada. En efecto, la NIA 260 al referirse al tema, establece la obligación de “la comunicación oportuna a los responsables del gobierno de la entidad de los hechos observados que sean significativos y relevantes en relación con su responsabilidad de supervisión del proceso de información financiera” (NIA 260, puntos 9 y 16)

Tengamos presente que los directores y miembros de comités de auditoría deberán entender e internalizar los nuevos parámetros, y así estar en condiciones para responder requerimientos de accionistas, reguladores y terceros en general.

¿Cuáles son esos números críticos y esa información complementaria conexa?

Cifras “reemplazadas” del ejercicio anterior

En primer lugar, aquellas que llamaremos cifras “reemplazadas”. En los estados contables del 31-12-18 se incluirán con propósito comparativo, las cifras del balance 31-12-17. Pero ahora, estas cifras serán distintas, porque habrán sufrido dos ajustes: (a) por un lado, habrán sido ajustadas por inflación al 31-12-17 para reflejar los efectos de la inflación acumulada hasta esa fecha; y (b) estarán re expresadas al 31-12-18 por la inflación del año 2018. Esta circunstancia puede ser muy problemática especialmente si recordamos que sobre aquellos números al 31-12-17 sin ajustar, se tomaron decisiones de todo tipo, incluyendo distribución de dividendos.

Hay que considerar que también pudieron haberse incluido explicaciones o indicadores en las memorias o notas a los estados contables, basados en cifras que ahora se revelen distintas.

Para personas con formación contable estos cambios resultarán previsibles. Sin embargo, para personas con otras especialidades, esto no será tan obvio. Especialmente el primero de esos ajustes. Por ello, todos los responsables de la cadena de emisión de esos estados contables harían bien en preparar explicaciones conceptuales de estas cuestiones. Inclusive es posible que estas explicaciones deban ser incluidas en las notas a los estados contables. Nadie como los auditores externos para conciliar todas estas cifras y encontrar la explicación y razón de las diferencias.

El caso particular de los resultados acumulados

El problema en este caso es que el saldo de los resultados acumulados al 31-12-17 (inicio del ejercicio 2018), ahora será distinto al que fuera. Y no solamente por la inflación del año 2018 sino especialmente por los efectos de toda la inflación previa no reconocida desde el último ajuste (año 2003). Estos efectos no serán necesariamente iguales en todas las empresas porque sus magnitudes dependerán de las distintas estructuras patrimoniales. Pero en ciertos casos podrán ser significativos y transformar ganancias acumuladas en pérdidas acumuladas o viceversa.

Esta es un área en la que nos parece que se requerirán adecuadas explicaciones.

Cifras “reemplazadas” del presente ejercicio

Las empresas que presentaron balances trimestrales a lo largo de 2018 se encontrarán con que las cifras al 31 de diciembre no guardarán correlación con lo expresado en marzo, junio y septiembre de 2018. Más allá de lo que dijeran las normas, ya en mayo de 2018 había referencias indubitables respecto a que Argentina se encontraba en zona de ajuste. Al hecho de que existiera una disposición del regulador que impedía la presentación de balances ajustados, habría que contrastarlo con lo establecido en la NIC 1, punto 23.

En caso de que los nuevos guarismos marquen diferencias significativas, quedaría configurada otra cuestión merecedora de sólidas explicaciones.

Otros ajustes especiales como consecuencia de haber ajustado el balance por inflación

El ajuste por inflación, al sincerar los valores de todas las partidas del balance, puede disparar la necesidad de practicar otros ajustes de valuación. Por ejemplo, el ajuste de los bienes de uso podría ser muy significativo, según su antigüedad, y generar problemas de recuperabilidad con impacto en resultados. Otro caso: al modificarse las bases contables de todas las partidas del balance, sufrirán cambios los saldos de impuestos diferidos, los que pueden ser muy significativos e impactar también en los resultados del ejercicio.

Conclusiones

Sin duda habrá que afrontar con buena voluntad las anomalías propias de la aplicación por primera vez en muchos años del ajuste por inflación. Surgirán muchas dudas y preguntas. Los auditores externos están en una posición inmejorable para, sin perder su independencia, contribuir a hacer que estos balances resulten inteligibles para los responsables de su emisión, aprobación y utilización.

Para ello les resultará necesario incluir puntos específicos en los planes de trabajo focalizados en los que hemos llamado “números críticos”, su conciliación y explicación de diferencias, la identificación temporal de los principales ajustes y la política de revelación o exposición, a través de suficiente información en notas a los estados contables. Y sobre todo, mantener una fluida comunicación con los responsables del gobierno de la entidad a lo largo del proceso de auditoría para compartir los resultados del trabajo y contribuir al cabal entendimiento del balance ajustado.

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