En una entrada anterior nos hemos referido a distintos tipos de desafíos que presentarán los balances que cierren el próximo 31 de diciembre, como consecuencia de que los mismos deberán presentarse ajustados por inflación. Este proceso de ajuste es una cuestión técnica, que en esta oportunidad por su particular circunstancia, será indudablemente bien compleja. Los estados financieros ya son de por si documentos cuya lectura y análisis requiere un cierto entrenamiento por parte de aquellos usuarios que no sean Contadores. En este caso el reto será mayor.
¿Por qué los balances al 31 de diciembre de 2018 ajustados por inflación serán mucho más complejos a la hora de su análisis e interpretación?
Una de las herramientas usadas para analizar un balance es la comparación. Todas las cifras de los EEFF para ser cabalmente entendidas deben ser comparadas con otras. Estas comparaciones pueden ser dentro de un mismo balance o entre balance de distintos periodos. Contar con balances ajustados por inflación nos va a permitir hacer comparaciones congruentes, cosa que en los últimos años no fue posible.
Sin embargo, la aplicación del ajuste por primera vez desde 2003 acarreará dificultades iniciales. Por ejemplo, mostrar ahora comparativamente las cifras del ejercicio 2017 ajustadas por inflación, revelará que el año pasado se mostraron cifras impropias. Los directores deberán estar preparados para entender y poder así explicar esta circunstancia.
En el caso del Estado de Evolución del Patrimonio Neto, su estructura muestra el movimiento del capital, de las reservas y de los resultados acumulados a lo largo del ejercicio. Nos interesan especialmente los resultados no asignados, ya que constituyen la cifra que legalmente podrá ser distribuida por la asamblea que trate los EEFF al 31-12-18.
El problema en este caso es que el saldo de los resultados acumulados al 31-12-17, ahora será distinto al que fuera. Y no solamente por la inflación del año 2018 sino especialmente por los efectos de toda la inflación previa no reconocida desde el último ajuste (año 2003). Estos efectos no serán necesariamente iguales en todas las empresas porque sus magnitudes dependerán de las distintas estructuras patrimoniales. Pero en ciertos casos pueden ser significativos y transformar ganancias acumuladas en pérdidas acumuladas.
En este aspecto los directores deberán mostrar la debida diligencia requerida por la ley de sociedades, requiriendo a los contables de la empresa y a los auditores externos, conciliaciones y explicaciones de estas cifras, para estar a su vez en condiciones de afrontar las inquisiciones de los accionistas, acreedores de la sociedad, agencias evaluadoras, etc.
Cursos de acción para directores, comités de auditoría y sindicaturas
En primer lugar, será conveniente encarar la cuestión con tiempo suficiente. Actualmente los sectores de las empresas encargados de la elaboración de los estados contables están trabajando activamente en el tema. En general el proceso implica no solo una tarea de ajuste a fin del ejercicio, sino en muchos casos la modificación de los métodos de registración y captura de datos, cambios que no siempre son compatibles con los sistemas implantados en las compañías. Estos desafíos justifican que los responsables estén abocados y absorbidos por la mecánica del ajuste. Es probable que aun no hayan puesto foco en los resultados finales y en las implicancias de esos resultados.
Los directores, comités de auditoría y sindicaturas harían bien en requerir ya mismo estimaciones preliminares, simulaciones con distintos escenarios y conciliaciones de las principales diferencias entre cifras ya declaradas en balances anteriores y las nuevas que las reemplazarán.
Deben tener en cuenta que probablemente las cifras que ahora muestren los balances difieran de las que se pudieron haber ido viendo a lo largo del año 2018 cuando se examinaba información interna de la compañía.
Otro caso, es el de los ajustes de los bienes de uso, los que pueden ser muy significativos, de acuerdo con su antigüedad y simultáneamente podrían generar pérdidas por problemas de recuperabilidad. Y así otros temas.
Por todo ello es altamente recomendable consensuar un cronograma de tareas para la elaboración y auditoría de los EEFF, con los sectores correspondientes de la empresa y con los auditores externos. Este plan debería contemplar puntos intermedios de información y consulta con el comité de auditoria y/o con el directorio, a lo largo de las distintas etapas del proceso. El objetivo es procurar disponer de los números finales con la suficiente antelación para encarar las consultas y análisis que fuesen necesarios.
Un punto muy importante, especialmente para aquellos directores “no contables”, será la cabal comprensión del mecanismo de ajuste; de su importancia y utilidad para proveer datos fiables interna y externamente; y de las razones y explicaciones de las anomalías propias de la aplicación por primera vez en muchos años del ajuste por inflación.
Hay muchas amenazas y desafíos atípicos que obligarán a todos los participantes de la cadena de emisión de estados contables a extremar los recaudos para sortearlos con éxito.